LA CRÓNICA DEL LOBO

En el sendero que transitamos de la vida algunas veces nos tocara ser de caperucita en algunas veces las tendremos que hacer de lobo, puede ser que iniciemos como una caperucita y terminemos como el lobo o viceversa.

¿Como estaremos jugando estos dos papeles?

Sencillo, todo dependerá de lo que va rodeando, las piedras en el camino que nos lastiman, inclusive, los ruidos que escuchamos en el bosque pueden hacernos sentir de maravilla como también nos hacen sentir miedo por lo desconocido hasta dudar de nosotros mismos.

 Al ser caperucita nos veremos débiles, inofensivos, que somos muy buenos; el problema es, cuando nos atravesamos personas y por vernos débiles o bonachones se aprovechan de nosotros, ya sea solo con las palabras y a pocos pasos cuando sentimos ya estamos embaucados o con un sentimiento de culpa innecesario, ¿cuándo paso eso? ni te diste cuenta, pues, seguimos nuestro trayecto, aliviados, con un pensamiento que no cometeremos el mismo error o que no estamos heridos de muerte para dar el siguiente paso, increíblemente por lo que parezca nos seguimos encontrando sacos de huesos de dos piernas queriendo llevarse algo de nosotros, poco a poco en el tiempo nuestra capa se va tornando como una cola y nuestra carita rosada ya va teniendo pelaje.

Es gracioso que ya vamos siendo más astutos y no nos pasa tan seguido, sera que nuestros dientes ya van tomando forma de colmillos, al sonreír creen que estamos gruñendo.

Claro, no es culpa tuya ni de las personas que vendrán en tu caminar de cómo te encuentren, lamentablemente la vida te va forjando y transformando. Algunas personas tratan de pasar desapercibidas mejor sin levantar más la cabeza con tal de no seguirse convirtiendo en lobo para no herir a los nuevos visitantes.

Algunos prefieren no decir nada con tal que no se les salga algún gruñido que hiera susceptibilidades, no todos aguantan palabras pesadas o hirientes.

No digamos que nos vean la cola, por Dios, salen despavoridas por tal monstruosidad, triste, pero te llevan de corbata la poca alegría que te queda como caperucita, entonces te crece el pelaje para que te resguardes en una cueva y cual morador prefieres la soledad.

Al momento que alguien te encuentre, quiere verte como caperucita, pero el pelaje ya es muy grueso, no quiere decir que no seas atractivo, al contrario, eres ese macho alfa, esa loba que también ya no se deja por cualquiera, pelaje brilloso, piernas gruesas y fuertes que te sostienen ante cualquier caída y listas para levantarse, la mirada ya no es noble es seria como desafiante, mostrando seguridad y resiliencia a las personas.

Ya convertida, eres un ser hermoso y con ganas de vivir; cualquier deseo que tengas lo deseas satisfacer no importando que algunas ovejas mueran. Para ti las personas pasaron ya un segundo plano, la libertad no tiene precio cual loba o lobo, el mundo es tuyo.

Al paso del tiempo, te das cuenta de que en el reflejo del agua de repente, ves algún indicio o marca de aquella persona como caperucita que eras, te llena un sentimiento de culpa, como que te hubieras bañado, agitas todo tu cuerpo para quitártelo. Pasa el tiempo y encuentras una persona quien te muestra un poco de cariño no importando las heridas e impotencia que presentas no la aleja, intimidado por su tranquilidad te brinda un poco de paz, no muy convencido y con gruñidos no crees en los tratos tan buenos que te dan. Te toma del osico con sus manos cual caballero o dama que, aunque le muerdas no dejara de tomarte de la boca.

Te mostrara el camino, el camino donde se entrelaza el corazón y la mente, espacio donde creerás estar en control pero la misma estará en cambio ansiosa a que el cariño que se está mostrando se siga dando, no importando que ya seas un monstruo o que seas esa persona de capa roja que eras, aunque muy resiliente al cariño, debes de dar espacio a que se dé el momento que necesitas que esa sombra de lobo que te ha llevado tiempo envolviendo tu ser, se desvanezca; es increíble que el pelaje grueso se encuentra pero esa timidez, esa incertidumbre del porque el cariño te envuelve y quieres encontrarte nuevamente; cómo compartir el gozo de estar nuevamente con vida que alguien te estima, que alguien si le importas, siendo el lobo que eres ahora o que te han convertido, necesitas ese desahogo, ese llanto a la luna que tanto das, quieres que alguien se apiade de ti, no es que seas débil, es que te han lastimado tanto que la única compañera que tienes es la luna, siendo en la oscuridad de la noche donde se siente más la soledad.

Pero siendo la que te acompaña te apoya en tus pensamientos más oscuros y más tristes, donde te das cuenta que el tiempo que has sido caperucita roja, no has aprendido mucho, porque las personas por verte débil te pasan encima, no quiere decir que por ser caperucita es malo, al contrario, te animas a que todo saldrá bien, te llenas de esperanza y te alimenta para seguir adelante, al final es lo que queremos, ser los buenos y que nos miren buenos o que seamos sumisos, la verdad es que no importa cómo nos miren, lo importante es que nos mostramos cómo somos, si el ser sumiso te brinda alegría y paz cómo caperucita, o que seamos despiadados lobos con piel de oveja te brinda satisfacción, quien somos para juzgar, al final, debajo de la piel somos iguales, lobo o caperucita, tenemos llagas que nos han hecho quienes somos.

La realidad supera la ficción, aunque queramos un príncipe azul, donde sea una caperucita roja nos llegaremos a aburrir o si queremos un lobo feroz, nos llegaremos a asustar, por lo que el balance, aunque queramos, el lobo se convertirá en caperucita por la necesidad o la caperucita se convertirá en lobo por la ansiedad.

No importaba donde nos encontremos o quien creamos ser, el rol o papel que iniciemos lo estaremos intercambiando al pasar en el tiempo, lo importante es que en cada personaje que interpretemos en el transcurso de nuestra vida es que aprendamos en cada uno de ellos.

Disfruta el viaje, el aprendizaje está en todos los escenarios, recuerda el personaje lo decides tú, en cual te encuentras en este momento?